domingo, 19 de noviembre de 2017

FUNGICIDAS

Las enfermedades son una de las principales fuentes de daño de plantas y cultivos, causadas por un número diverso de organismos fitopatógenos (organismos que causan enfermedad). A nivel mundial, los hongos son la principal causa de pérdidas en cultivos. Los virus, nemátodos y bacterias también causan enfermedades en plantas (Figuras 1, 3, 4). Algunos síntomas que parecen ser causados por patógenos pueden ser causados por factores abióticos (causas inertes) como deficiencias nutricionales y contaminación ambiental (compare las Figuras 2, 5, y 6); o también por insectos (Figura 6).

Figura 1

Figura 2

Figura 3

Figura 4

Figura 5

Figura 6
Los fungicidas, herbicidas e insecticidas son plaguicidas utilizados en la protección de cultivos.  Un fungicida es un tipo particular de plaguicida que controla enfermedades fungicas?, inhibiendo o eliminando al hongo que causa la enfermedad.  No todas las enfermedades causadas por hongos pueden controlarse adecuadamente con fungicidas.  Por ejemplo, las enfermedades vasculares (marchitamientos) causadas por los géneros Fusarium spp y Verticillium spp (Figura 7).  Las enfermedades causadas por otro tipo de organismos, desórdenes causados por factores abióticos y daños de insectos, no son controlados por fungicidas.  Por esto es esencial, determinar la causa de los síntomas antes de la aplicación de un fungicida.

Figura 7

¿Por qué son necesarios los fungicidas?

Las enfermedades son comunes en las plantas, a menudo producen un impacto económico significativo en el rendimiento y calidad, lo que nos indica que el manejo de enfermedades es un componente esencial en la producción de la mayoría de los cultivos. En un sentido general, existen tres razones principales por las cuales se utilizan los fungicidas:
(a) Para controlar a la enfermedad durante el establecimiento y desarrollo de un cultivo.
(b) Para incrementar la productividad de un cultivo y reducir sus daños. Los cultivos alimenticios enfermos pueden producir menos si sus hojas, necesarias para la fotosíntesis, son afectadas por una enfermedad (Figuras 8 - 11). Los daños pueden afectar las partes comestibles del cultivo (Figuras 6 y 14) o, en el caso de cultivoss ornamentales, pueden perder su vistosidad (Figuras 12 - 13), en ambos casos se puede afectar el valor comercial del cultivo.
(c) Para mejorar el período de almacenamiento y la calidad de las plantas y los productos cosechados. La de las pérdidas por enfermedades ocurren después de la cosecha, durante el almacenamiento (Figuras 14 y 15). Los hongos a menudo echan a perder (hacen inutilizable) frutas, hortalizas, tubérculos y semillas almacenadas. Algunos hongos que infectan granos producen toxinas (micotoxinas), que producen trastornos severos e incluso la muerte de los seres humanos y animales que las consumen. Los fungicidas han sido utilizados para reducir la contaminación por micotoxinas en trigo afectado por la fusariosis de la espiga, pero la mayoría de los fungicidas desarrollados hasta el momento, no han sido suficientemente eficientes para ser utilizados en en el manejo de micotoxinas asociadas con otras enfermedades.

Figura 8

Figura 9

Figura 10

Figura 11

Figura 12

Figura 13

Figura 14

Figura 15
https://www.apsnet.org/edcenter/intropp/topics/Pages/fungicidesSpanish.aspx

Los fungicidas naturales para combatir enfermedades por hongos 

Los fungicidas vegetales están elaborados a base de plantas medicinales y son, a menudo, una herramienta imprescindible para combatir las plagas.
Su uso en la Antigüedad
Desde la más remota antigüedad el uso de las plantas para la salud humana, animal o para las plantas, ha acompañado al hombre en su peregrinar hasta nuestros días.
El uso de las flores del piretro ya se conocía hace miles de años en China aunque fue en Persia donde se extendió su uso, manteniéndose en secreto hasta el siglo XX.
Al igual que el Neem, árbol sagrado de la India, con innumerables propiedades curativas para el hombre y los animales.
A partir del siglo XX es cuando se ha empezado a recuperar el uso de los fungicidas vegetales.
¿Cómo funcionan los fungicidas vegetales?
En general hablamos de los principios activos que cada planta posee y que son sustancias elaboradas por las propias plantas como mecanismos de autoprotección.
  • Así en el ajo (utilizado desde tiempo inmemorial por los indígenas de Sudamérica) encontramos principios activos como los sulfuros y derivados azufrados, sustancias similares las hay también en las cebollas y en las capuchinas.
  • La cola de caballo (esquisetum arvense) es un fungicida de carácter preventivo, aunque también es insectífuga, sus principios activos son alcaloides y sílice principalmente y han hecho de esta planta de las más conocidas y usadas por todos los jardineros y horticultores. Heterósidos, flavonoides, aceites esenciales (timol, geraniol, carcavol, limoneno, tuyona, citral, mentol, etc.), taninos, glucósidos y tantos otros compuestos configuran un poderoso arsenal de las plantas frente a las enfermedades fúngicas.
  • Los extractos de manzanilla, ruda, caléndula, hojas tiernas de eucalipto, neem, venturosa (Lantana Camara L.) tomillo, limoncillo, ortigas, rábano silvestre, canela (ésta se ha mostrado extraordinariamente eficaz contra la sigatoka del plátano, la enfermedad más importante a nivel mundial de este cultivo) y otras, se utilizan ampliamente para el control de enfermedades fúngicas.
Otras formas de actuar
Aunque los citados principios activos actúan de modo directo, debemos comentar que otras plantas como la ortiga, consuelda o bardana actúan de un modo distinto, es decir activando complicados mecanismos de defensa y estimulando la vegetación en general.
Estas plantas, además de usarse, como fungicidas vegetales directos (pulverizando el follaje), las podemos utilizar regando el suelo, sirviendo de abono y estimulando la flora microbiana ya que son activadoras del compost.
Como elaborar los fungicidas vegetales
  • Maceración: Las plantas se pondrán en un recipiente vertiendo agua fría sobre ellas, durante 24 horas. Filtrar y utilizar. Se utilizan sin diluir.
  • Fermentación: Se procede igual que en el anterior caso pero el tiempo puede oscilar entre los 4 días hasta los 10 días incluso más, dependiendo de las características de la planta. Controlar la fermentación, remover diariamente.
  • Decocción: Las plantas se ponen en remojo durante 24 horas y luego se hierven durante 20 a 30 minutos. Tapar durante la cocción y mientras se enfría y colar antes de usar. Este procedimiento es para raíces, cortezas, tallos secos y en general para las plantas y partes más duras. No se conservan más que unas horas, por tanto utilizar lo antes posible.
  • Infusión: Desmenuzadas las plantas, se colocan en un recipiente y se vierte el agua hirviendo sobre ellas. Se tapa el recipiente y se dejan reposar entre 12 y 24 horas. Otra técnica sería ponerlas a hervir suavemente y apagar el fuego al llegar a ebullición. Dejar enfriar y utilizar. Si nos sobra se podría guardar en la nevera algunos días. Este procedimiento se utiliza en aquellas plantas que utilizamos las flores y capítulos florales, hojas y en general las partes más tiernas.

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